¿Porqué no reciclamos los Residuos Sólidos Urbanos en México?

Por  Ing. Carlos Álvarez Flores

El modelo de producción y consumo que rige el sistema económico mundial, desgraciadamente no concuerda con la nueva visión del desarrollo sustentable. El objetivo del modelo económico actual no contempla entre sus metas la conservación y el uso racional de nuestros recursos naturales. Por el contrario, su razón de ser es la “producción y consumo masivo” de bienes, alimentos, servicios que el nuevo modelo de estatus y de confort del siglo XXI nos impone. Este modelo de consumo irresponsable ocasiona un dispendio de recursos naturales. No hemos reflexionado que estos recursos son finitos. La huella ecológica como indicador de sustentabilidad, nos permite conocer la magnitud de la demanda de recursos naturales de los siete mil millones de seres humanos que habitamos la Tierra, entendida como la suma de las hectáreas de suelo para proporcionarnos alimentos, superficie para producir pastos que alimenten al ganado que nos provee carne, superficie marina para producir pescado y hectáreas de bosque necesarias para capturar el CO2 que provocamos. El último dato que tenemos (2005) del promedio de la huella ecológica mundial per cápita es de aproximadamente 2.70 hectárea global/persona contra 1.54 hectárea global/persona de biocapacidad del planeta; lo que significa que nuestro planeta Tierra ya no es suficiente para abastecer nuestras necesidades actuales. Tenemos huellas ecológicas diferentes: los países con ingresos altos: 6.4 ha.global/hab., los países de ingresos medios: 2.2 ha.global/hab. y en los países con ingresos bajos: 1.0 ha.global/hab.

Dicho de otra manera: estamos consumiendo recursos por encima de la capacidad del planeta y estamos destruyéndolos a una velocidad superior a su ritmo de regeneración natural y generando más residuos de los que el planeta puede “admitir o absorber”. Los residuos que estamos generando diariamente en nuestros hogares representan enormes cantidades de recursos naturales. En 2012 los mexicanos generamos un poco más de 42 millones de toneladas de residuos sólidos urbanos (RSU) y desgraciadamente todavía no hemos podido iniciar esta buena costumbre que en Europa se practica desde hace más de 20 años. Me refiero al reciclaje. Voy a analizar las causas o razones (a mi juicio) por las que cada día generamos más “basura” (término que no apruebo para denominar a los residuos que generamos en nuestros domicilios). Estos residuos, que no son otra cosa que alimentos, empaques, envases y embalajes, tuvieron un alto costo ambiental; quiere decir que ya contaminamos agua y consumimos energía (generando CO2) para su “producción”. Y no estamos dándoles una reutilización correcta. Tenemos que regresarlos de alguna manera a la cadena productiva, mediante el reciclaje

Necesitamos que nuestros gobiernos locales tengan voluntad, recursos e imaginación y promuevan en forma permanente la educación ambiental encaminada al reciclaje, para evitar el grave problema que generan los residuos sólidos urbanos cuando son retirados a cielo abierto: contaminan cuerpos de agua, el suelo y generan contaminación organoléptica (gérmenes patógenos en los residuos orgánicos que son transportados por el viento); además la descomposición de los residuos orgánicos genera biogás (CO2 y CH4=gases efecto invernadero—GEI) que causa el calentamiento global.

                                     

Por ejemplo los norteamericanos pueden estar generando 2.0 kg.RSU/día/hab. y en Nueva York es de aproximadamente 3.0 kg/día/hab. En Europa Central pueden estar generando de 2.0 a 2.5 kg.RSU/día/hab. Los mejores ejemplos de reciclaje de RSU los dan Alemania, Suiza y Dinamarca que pueden estar en un 50 por ciento en promedio. En México, no hemos podido rebasar el 12 por ciento de reciclaje y los norteamericanos pueden estar en un 35 por ciento. Lo increíble es que sólo ocho países, Estados Unidos (312 millones), Japón (128 millones), Alemania (81 millones), Francia (65 millones), Italia (60 millones), Inglaterra (51 millones), España (47 millones) y Canadá (32 millones), que son únicamente 11 por ciento de la población mundial, consumen más de 50 por ciento de los recursos naturales y energéticos de nuestro planeta. Y en un cálculo conservador, pueden estar generando unas mil 300 millones de toneladas de RSU anualmente, casi la mitad de la producción mundial de RSU, que yo estimo en unos dos mil 800 millones de toneladas anuales.

En el panorama nacional podemos afirmar que carecemos de una cultura del reciclaje y no contamos con una normatividad que la promueva. En nuestro país contamos con buenas normas oficiales mexicanas, leyes y reglamentos, pero no las cumplimos. Carecemos de educación, no sólo en el aspecto ambiental, sino también en la preparación académica que apenas rebasa los ocho años en promedio por mexicano. En comparación con Dinamarca que tiene 13 años. En materia de RSU, desde el año 2004 contamos con la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de Residuos, desde el 30 de noviembre de 2006, con su Reglamento y con el Programa Nacional para la Prevención y Gestión Integral de Residuos (2009-2012).

Tenemos un Norma Oficial Mexicana NOM-083-SEMARNAT-2003, que nos ayuda a regular los sitios de disposición final (rellenos sanitarios) para la protección ambiental del suelo, subsuelo, los cuerpos de agua y evitar contaminación organoléptica y reducir las emisiones de biogás. A pesar de que nuestro gobierno federal ha promulgado toda esta normatividad ambiental, que supone buenos resultados, no hemos tenido avances importantes. Sedesol dice que a pesar de que la mayoría de los ayuntamientos cuenta con una buena cobertura de barrido y recolección de los RSU del universo total de dos mil 445 ayuntamientos del país (con 200 mil localidades y 50 por ciento de la población asentada en áreas metropolitanas) podemos decir que sólo unos 60 municipios han empezado a resolver el problema del manejo integral de los RSU. Por lo que debemos cambiar muchos aspectos, tanto en la visión, como en la implementación de las soluciones. No hemos hecho esfuerzos significativos en materia de normas de envases, empaques y embalajes. Me refiero a que deberemos contar con normas oficiales mexicanas por tipo de material o por tipo de envase, como mejor nos convenga, a fin de que podamos reciclarlos más fácilmente. No debemos fabricar envases de varios materiales, como el famoso tetra-pack. Hace ya un año, acudimos a la nueva convocatoria de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, para la creación del nuevo Programa Nacional de Producción y Consumo Sustentables y propusimos acciones lógicas y coherentes, que parecen fáciles, pero que en la realidad política y económica de nuestro país, simplemente son casi imposibles.

                                       

Tenemos un gobierno federal que monopoliza los recursos económicos, lo que deja indefensos a los ayuntamientos en materia de RSU. Éstos, a su vez, tienen miedo político de aplicar impuestos especiales sobre los RSU. Los gobiernos estatales, por conducto de sus organismos locales de medio ambiente, son los encargados de vigilar a los dos mil 445 municipios de que cumplan con la normatividad ambiental vigente en materia de RSU, sin embargo en la realidad vemos que son incapaces de “obligar” a los ayuntamientos a cumplir con su obligación jurídico-administrativa consagrada en el Art. 115 Constitucional en materia de barrido, recolección, transferencia, separación y aprovechamiento, tratamiento y disposición final de los RSU. Creo que éste es uno de los grandes retos que tenemos que resolver en nuestro país. Hay falta de voluntad política de los tres niveles de gobierno aunada a la gran ineficiencia de los empleados municipales encargados de la limpieza, barrido y recolección de los RSU, que tienen un gran poder político apoyados por sus “sindicatos” que más bien son mafias. Hay en el país mafias de “pepenadores” que históricamente han detenido y limitado la modernización de los servicios, aunque también debo decir que algunas ciudades medias del país han resuelto este problema.

La falta de decisión política del gobierno federal de llevar hasta sus últimas consecuencias el Programa Nacional para la Prevención y Gestión Integral de Residuos, me refiero no sólo a la obligación y responsabilidad ambiental compartida, sino a la asignación de recursos económicos en presupuestos específicos para resolver el problema. Respecto a la información de la generación y caracterización de los RSU en nuestro país, no contamos con estadísticas municipales, estatales o federales dignas de confianza. Sedesol (2004) pronosticaba que para el año 2010 —con una población de aproximadamente 111 millones 614 mil mexicanos con una generación de 0.96 kg/hab/día— estaríamos generando un total de 107 mil 100 toneladas al día, que equivalen a 39.1 millones de toneladas de RSU al año, y para 2015 unas 42.89 millones de toneladas de RSU al año. Esta cifra ya fue alcanzada en 2012, lo que nos demuestra que estas proyecciones se quedaron cortas.

Lo que sabemos es que la composición de los RSU ha cambiado en las últimas décadas. En 1950 el porcentaje de residuos orgánicos era de 65 a 70 por ciento; mientras que ahora oscila entre 50 y 55 por ciento. Dice Sedesol (2004) que en el país 53 por ciento de los RSU son de tipo orgánico, en tanto que 28 por ciento son potencialmente reciclables como el papel y cartón (14%), vidrio (6%), plásticos (4%), hojalata (3%) y textiles (1%). El 19 por ciento restante son residuos de madera, cuero, hule, trapo y fibras diversas (fuente), materiales parcialmente reciclables. En este punto es donde nuestro gobierno federal no ha entendido que tiene que promover una verdadera industria del reciclaje en nuestro país. Pero debemos empezar por la educación ambiental. Mientras no incluyamos en los programas y sistemas educativos formales (públicos y privados) una materia específica sobre el medio ambiente, no podremos avanzar.

Corea del Sur es el mejor ejemplo. Hace 30 años los sudcoreanos estaban en una situación peor de la que enfrentamos actualmente. Hoy es uno de los países más adelantados no sólo en materia educativa sino en el manejo adecuado de sus RSU. Actualmente recuperamos sólo un porcentaje menor a la mitad del señalado como potencial (28%) para el reciclaje. Reconocido por la propia Sedesol, en los mejores casos no hemos rebasado 10 por ciento de reciclaje de RSU. La mayor parte se hace por medio de la pepena —a veces desde el mismo transporte recolector— desde la fuente, o bien, en las pocas plantas de selección y aprovechamiento y en los sitios de disposición final, otra parte es recuperada en la propia fuente, el barrido y la recolección. Sedesol estima que se recolecta 87 por ciento de los RSU. Calcula que en las grandes zonas metropolitanas la cobertura puede alcanzar un 95 por ciento; en ciudades medias entre 75 y 85 por ciento y en pequeñas áreas urbanas entre 60 y 80 por ciento. En los últimos cinco años hemos visto cambios en los sistemas de recolección tradicional, en donde todos los residuos son entregados por la población, sin separación.

Por ejemplo en Querétaro, Querétaro, ya se practica la recolección diferenciada. Esto se debe a los cambios incipientes en los ordenamientos legales y a la voluntad política de algunos ayuntamientos o la presión de la sociedad, por alcanzar esquemas sustentables. Puede variar tanto en función de los días de la semana, o entregarlos separados en orgánicos e inorgánicos. Por otra parte, el tratamiento de residuos orgánicos sigue siendo muy limitado; un estudio piloto del Instituto Nacional de Ecología realizado en el año 2005 identificó 61 plantas de compostaje, que estaban operando o que hubieran operado en algún momento en México. No tenemos números reales de sus éxitos o fracasos. Sin embargo, sabemos que el tiempo de producción de la composta puede variar entre tres y seis meses. Debo señalar que la producción de compostas, a pesar de su buena fama, tiene sus limitantes. Me refiero a que los sitios destinados para ellas, deben estar aislados por el olor y la fauna nociva que generan. Es muy importante aclarar que existe un mito: que son un “fertilizante orgánico”, nada más falso. El GDF (2007) reconoció la gran dificultad para llegar a valores de C/N de 40; lo que limita su verdadero valor como mejorador de suelos. En materia de biodigestores para los residuos orgánicos, desgraciadamente no hemos promovido su uso. En general sólo reciclamos cartón, papel, aluminio, metales, vidrio y PET. Tenemos un grave problema de residuos peligrosos (electrónicos y pilas) que siguen siendo dispuestos indebidamente en tiraderos a cielo abierto y en rellenos sanitarios. En este caso, donde los materiales (metales pesados) que componen este tipo de residuos tienen un valor importante, carecemos de una práctica de separación y reciclaje. Existen pocas empresas dedicadas a ello. En nuestro país, generamos unas 300 mil toneladas al año de residuos electrónicos y no reciclamos ni el 5 por ciento. Y del PET que generamos, sólo reciclamos un 20 por ciento.

En los últimos 25 años han existido esfuerzos para introducir en nuestro país nuevas tecnologías, como la incineración, pirólisis, gasificación, mineralización, hidrólisis, tratamiento mecánico-biológico, coprocesamiento, arco de plasma, arrow ecology, la torre azul o blue energy y el relleno seco. Sin embargo su adopción en el mercado mexicano puede considerarse como inexistente, debido al escaso éxito ante los municipios del país, principalmente por la falta de recursos económicos para pagar estas costosas alternativas y por la falta de seriedad y solidez económica de las empresas que las ofrecen. Además de los graves riesgos a la salud, por la generación de Dioxinas y Furanos.

Finalmente, tal vez el aspecto más acotado del problema es la disposición final, por las precisiones de la NOM-083-SEMARNAT-2003, la cual busca impulsar la utilización de predios con vocación natural y establece las condiciones que deben reunir los sitios de disposición final, así como su diseño, operación y clausura. Con relación a los RSU con otro destino final, la Sedesol reporta 25 mil toneladas al día que se depositan en tiraderos a cielo abierto, barrancas o en sitios clandestinos. La afectación ambiental y a la salud pública de este fenómeno es enorme y para ilustrarlo podemos señalar que de acuerdo con el INEGI (2009) reconoce que sólo por el inadecuado manejo de los RSU, en nuestro país, tenemos pérdidas por más de 247 mil millones de pesos anuales y daños en el suelo por más de 70 mil millones de pesos, sin contar las 70 millones de toneladas al año de CO2 que generamos colaborando irresponsablemente al calentamiento global.

En conclusión: para que podamos acceder a sistemas y prácticas que nos permitan aprovechar, separar y reciclar 28 por ciento de RSU potencialmente reciclables, que equivalen a 12 millones de toneladas al año de RSU (con un valor estimado de 50 mil millones de pesos), será necesario realizar cuando menos las siguientes acciones específicas: una verdadera educación ambiental (mediante los sistemas formales de educación pública y privada) para un consumo sustentable y el manejo adecuado de nuestros residuos; creación de normas oficiales específicas, tanto en la producción de los envases, empaques y embalajes, como en las definiciones claras de los residuos sólidos urbanos, de manejo especial y los residuos peligrosos; implementar sistemas modernos de separación y aprovechamiento de RSU; utilizar vehículos modernos de recolección y contenedores especiales para RSU; ofrecer condiciones de trabajo dignas y sobre todo seguras para los operadores de todas las etapas del manejo integral de los RSU; integrar la recolección selectiva o diferenciada como parte esencial de la gestión integral de los RSU. Para todo ello, se requiere de recursos económicos que hoy no tienen los ayuntamientos, por lo que se deberán asignar presupuestos específicos desde la Federación o se deberá cobrar a los habitantes un impuesto especial adicional para RSU (como lo recomienda la Ley General para la Prevención y Gestión Integral de Residuos, en su Art. 10 fracción X). Y por supuesto que también se deberá promover a través de incentivos fiscales y financieros el fomento a la creación de empresas dedicadas al reciclaje de los RSU y el apoyo y fortalecimiento a las ya existentes.

Pero lo más importante es reconocer que mientras tengamos a las mafias de los empleados municipales del servicio de limpia, que son unos holgazanes, porque además muchos de ellos sólo cobran y no trabajan: son aviadores, y mientras estemos siendo rehenes de las mafias de pepenadores que indebidamente gozan del beneficio económico de los reciclables, y sobre todo que ambas mafias sean utilizadas como votos electorales por los presidentes municipales para sus objetivos políticos y no como parte de la solución al problema de los RSU, tendremos que acudir a la iniciativa privada para resolverlo, como ya ocurre en al menos 60 ciudades de nuestro país. Es más fácil cuidar y vigilar a empresas privadas para que lo resuelvan de manera eficiente para obtener los beneficios ambientales y económicos del reciclaje, que obligar a estos mafiosos a realizarlo (que por cierto se benefician con los recursos económicos de los reciclables que deben ingresar a las arcas municipales precisamente para solventar los costos del manejo integral de los RSU) como lo marcan nuestras leyes, normas y reglamentos y evitando el deterioro ambiental y las afectaciones a nuestra salud.

1 Comment

  1. molina ramirez edwin roberto dice:

    HOLA BUENOS DIAS ESTOY REALIZANDO UN PROYECTO SOBRE UNA PLANTA DE RECLAJE DE RESIDUOS SOLIDOS URBANOS EN LA CIUDAD DE CHETUMAL Q.ROO Y ME PARECIO EXELENTE EL BLOG QUE HA HECHO SOBRE ESTE TEMA. OJALA Y ME PUEDA DAR CONSEJOS DE COMO INTEGRAR MEJOR MI PROYECTO GRACIAS.

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