Por Ing. Carlos Alvarez Flores
Presidente de México, Comunicación y Ambiente, A.C.
Por su estratégica y afortunada ubicación geográfica, que lo dotan de una compleja topografía y geología, con diversos climas y microclimas, además de encontrarse prácticamente en la unión de dos regiones biogeográficas, la Neártica y la Neotropical. México es un país que mantiene en su territorio una gran diversidad biológica. Según los criterios internacionales nuestro país es considerado como uno de los 5 países “megadiversos”. Se considera que en ellos se encuentra entre el 60 y 70 % de la diversidad biológica conocida del planeta. Se asegura que México, pudiera tener representado en su territorio el 12 % de la biodiversidad terrestre del gran ecosistema que es la Tierra. En nuestro país tenemos prácticamente todos los tipos de vegetación conocidos, y algunos ecosistemas especiales, denominados humedales, únicos en el planeta, como es el caso de los humedales de Cuatrociénegas en Coahuila.
México ocupa el primer lugar en el planeta en especies de reptiles, el segundo en mamíferos y el cuatro lugar en anfibios y plantas. También somos líderes mundiales por contar con más del 50 % de nuestra especies vegetales son endémicas. Estas son aproximadamente unas 15,000. En cuanto a reptiles y anfibios en México el 57 % de las especies de reptiles son endémicas y el 65 % de las especies de anfibios también. En el caso de los mamíferos (terrestres y marinos) el 43 % de estas especies son endémicas.
Es por esta razón que nuestro país es parte fundamental del Convenio sobre la Diversidad Biológica, que es el instrumento internacional que nos hemos dado a nivel global, precisamente para generar conciencia y crear medidas para la conservación, aprovechamiento sustentable de la biodiversidad y el reparto equitativo de los beneficios derivados del uso de sus componentes. Este Convenio se firmó el 5 de junio de 1992 en Río de Janeiro, Brasil por 193 países y entró en vigor el 29 de diciembre de 1993. Como resultado de las gestiones de la Cumbre de la Tierra en el marco de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y este importante Convenio de Diversidad biológica nació junto con la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático y la Convención de la Naciones Unidas para la lucha contra la desertificación.
La biodiversidad biológica incluye todas las formas vida: ecosistemas, animales, plantas, hongos, microorganismos y la diversidad genética. Todos ellos deber ser conservados y utilizados de manera sustentable. Debido a la gran importancia local y global de nuestro México megadiverso, el gobierno federal creó desde 1992, la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad, CONABIO, que es una Comisión Intersecretarial con carácter permanente. El Presidente de la Comisión es el titular del Poder Ejecutivo Federal. El Secretario Técnico es el titular de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales y participan los titulares de nueve Secretarías más: Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación; Desarrollo Social; Economía; Educación Pública; Energía; Hacienda y Crédito Público; Relaciones Exteriores; Salud y Turismo. Desempeña sus funciones mediante un grupo operativo, que desde su creación ha estado dirigido por el Dr. José Sarukan Kermez, como Coordinador Nacional.
Sin embargo, a pesar de que muchos sabemos de la gran importancia de la biodiversidad, creo que no hemos podido establecer un verdadero Sistema Nacional de Conservación de la Diversidad Biológica en México. No solamente porque es necesario un marco jurídico moderno y adecuado a nuestra necesidades actuales. En donde podamos monitorear en tiempo real las poblaciones de nuestra riqueza animal y vegetal.
En nuestro país, no existe la conciencia del valor de nuestras especies vegetales y animales. Por ejemplo, seguimos sin poder evitar la caza ilegal de aves exóticas, águilas, reptiles, tortugas por señalar solo algunas de las más conocidas. Tampoco hemos logrado difundir en cada uno de los mexicanos la cultura del respeto y conservación de nuestros bosques y humedales ni de nuestros mares y costas.
Es indispensable que podamos crear bancos de germoplasma de las especies características de los ecosistemas más representativos de nuestro país. También es prioritario que podamos conservar, proteger y mejorar los corredores biológicos en espacios naturales. Con acciones que nos permitan proteger y conservar nuestra especies animales en espacios naturales. Por ejemplo nuestras áreas Naturales Protegidas carecen de recursos económicos y en muchos casos de planes de manejo modernos y adecuados para llevar a cabo todas estas acciones que permitan la conservación íntegra de cada Área Natural Protegida.
Por ejemplo, desde 1994, nuestro gobierno federal decretó Área Natural Protegida Yum-Balam, con categoría de área de protección de flora y fauna, en el Municipio de Lázaro Cárdenas, Quintana Roo, cuya extensión es de 154,052 hectáreas. Incluye la Laguna de Yalahau, los humedales y las selvas bajas y medianas de la porción norte del Estado de Quintana Roo. Es la reserva más importante de acuíferos del noreste de la península de Yucatán. Es un área vital de 30 especies de aves terrestres migratorias. Su ecosistema forestal está formado por árboles de hasta 15 metros de altura, como el árbol del chicle, la chaca, el cedro y el ramón. Las selvas bajas son de palo de tinto o palo de Campeche, además del chechém, el yaxnique, nanche, el jícaro y la palma. Habita el Tapir. En los humedales también abunda el tule. Tiene una extensa red de microcenotes. Cuenta con grandes extensiones de manglares y dunas costeras con flora y fauna. Tiene registradas 311 especies de fauna silvestre. Se estima que en el área se encuentra el 49 % de la herpetofauna de la península de Yucatán y el 79 % de la del Estado de Quintana Roo. Tiene especies de aves únicas en Mécico, como el mosquero o especies migratorias que hacen parada única en México, como chipe galán, paloma suelera pechiclara, paloma y mímido negro. También existen el halcón peregrino, cigüeña jabirú, hocofaisán, flamenco rosado, pavo ocelote. También dos especies de cocodrilos, espátula rosa, zopilote rey, halcón aplomado, águila crestada, pavo de monte, cojolite y perdiz de Yucatán. También existe el puma, manatí, mono araña y cuatro especies de tortugas marinas, el cacomixtle y el ocelote; una subespecie de garzón cenizo; una subespecie de tlacuachillo dorado; mono aullador, oso hormiguero, jabalí de labios blancos, temazate; de las cuales están en peligro de extinción: mono araña, jaguar, puma, ocelote, manatí, tortugas caguama, de carey, blanca y laúd, cocodrilos de ría y de pantano y cigüeña jabirú. Es increíble que en junio de 2015, carezca de su plan de manejo.
También necesitamos una Red Nacional de Viveros especializados para garantizar la producción de biota vegetal que tanto falta nos hace. Sabemos que los programas de reforestación, a nivel local o regional, simplemente no han logrado revertir nuestra pérdida de corteza vegetal, que aunque nuestro gobierno federal insiste en que se ha reducido a “solo 300, 000 hectáreas de bosques anuales”, cifra por demás escandalosa. Es necesario invertir más recursos en evitar que sigamos perdiendo esta gran riqueza vegetal y también revertirla con la producción permanente de dichas especies vegetales mediante una decidida reforestación, seria y eficiente.
Esta pérdida de biota vegetal no ha sido medida de forma meticulosa para poder evaluar el grave daño a la diversidad biológica, pero me atrevo a decir que esta pérdida de bosques y selvas puede significar el 80 % de la pérdida total de biodiversidad. El otro 20 % de esta pérdida de nuestra biodiversidad obedece a las nuevas condiciones metereológicas que está generando el calentamiento global y por supuesto no debemos olvidar el factor de la contaminación química que se realiza de forma cotidiana a través del uso y abuso de los plaguicidas tóxicos que seguimos usando en forma irresponsable en nuestro país, además del uso indiscriminado de los fertilizantes químicos.
Nuestro desmedido e incontrolable desarrollo urbano además de nuestro crecimiento industrial, es el otro factor de presión a nuestro ecosistemas y por consecuencia ayuda a la pérdida de nuestra diversidad biológica. Sabemos perfectamente que los Programas de Ordenamiento Ecológico Territorial no son respetados por los Ayuntamientos y tampoco en muchos casos por los propios gobiernos estatales.
Es urgente que tengamos una Ley Nacional de Mares y Costas, debido a la falta de una política pública enfocada específicamente a ordenar y controlar el desarrollo turístico en nuestros 1,903 km de playas y costas. Tenemos 20 estados costeros en nuestro país. La actividad turística en nuestras playas y costas es fundamental para la generación de empleos y aprovechamiento sustentable de nuestros ecosistemas. Pero será necesario que tengamos una nueva forma de visión de dicho desarrollo. Es indispensable que aceptemos que no hemos dado un correcto trato a nuestras costas en materia de conservación de manglares. Tampoco podemos decir que la Ribiera Maya es un ejemplo en el respeto a nuestros planes de desarrollo urbano que respeten las reglas originales de densidad habitacional hotelera. En realidad lo que hemos visto en esta importante zona turística de nuestro país, ha sido un desorden y poco respeto por los planes originales de desarrollo urbano que fueron realizados por la Secretaría de Desarrollo Urbano y Ecología, Sedue, en los años 80’s. Si revisamos los actuales planes de desarrollo urbano del corredor que va desde Cancún hasta Tulum, podemos darnos cuenta de las enormes modificaciones a dichos planes, que han sido producto de la presión de los grupos poderosos inmobiliarios y grupos hoteleros nacionales y extranjeros que han puesto sus intereses económicos por encima de los criterios de conservación y aprovechamiento sustentable planteados en nuestras leyes ambientales, sobre todo en el incumplimiento de las condicionantes que se les han impuesto en los resolutivos de impacto ambiental que han obtenido para poder operar.
Las necesidades alimentarias de nuestro país, debido a su crecimiento poblacional nos obligan a modernizar nuestras viejas costumbres intensivas de producción agrícola mediante el uso y abuso de plaguicidas tóxicos y fertilizantes químicos. Ya están al alcance de todos las nuevas formas de producción de alimentos, mediante nuevas formas menos agresivas a nuestros ecosistemas y a nuestra biodiversidad. La eco-agricultura o agro-ecología sustentable nos ayudarán como el único camino viable para poder seguir obteniendo ese sustento indispensable de los seres humanos que son los productos vegetales y animales que nos provee la maravillosa diversidad biológica.
El pasado 5 de junio del 2015, en la conmemoración del Día Mundial del Medio Ambiente, nuestro Subsecretario General de la ONU y Director Ejecutivo del Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, Achim Steiner sentenció “de una economía del desperdicio a un desperdicio del planeta” en clara referencia al desperdicio de 300 millones de toneladas de alimentos anuales a nivel global. Y aclaró que nuestro sistema alimentario (global) es responsable del 80 % de la desforestación y es la principal casusa de la pérdida de especies y biodiversidad. Y también es responsable del uso del 70 % del agua dulce de planeta. Y citó un ejemplo significativo: para producir una hamburguesa de carne con papas fritas, es necesario es uso de 2,500 litros de agua en su proceso de producción.
Los retos están planteados: la falta educación ambiental y conciencia de los propios mexicanos para ayudar a conservar y proteger nuestra gran diversidad biológica. Modificando de forma sustancial nuestro comportamiento respecto a la importancia y respeto a nuestra biodiversidad. Modernización y actualización de nuestro marco normativo. Uso de las tecnologías de la comunicación para monitorear en tiempo real nuestros activos de biodiversidad. Producción decidida de especies vegetales y animales mediante los bancos de germoplasma. Viveros especializados. Apoyo inmediato a las Áreas Naturales Protegidas. Y sobre todo la decisión de los tres niveles de gobierno, federal, estatal y municipal de invertir muchos más recursos económicos en lo verdaderamente importante: la conservación y protección de nuestra diversidad biológica, que sin ella, simplemente no existiría nuestro futuro, ni como país ni como especie. Es urgente.
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