El enorme problema del manejo y gestión adecuada de los residuos sólidos urbanos en la Ciudad de México finalmente empieza a resolverse a 20 años de la publicación la norma oficial mexicana NOM-083-ECOL-1996 (que establece las condiciones que deben reunir los sitios destinados a la disposición final de los residuos sólidos municipales) y posteriormente, su actualización como NOM-083-SEMARNAT-2003 (que regula las especificaciones de protección ambiental, para la selección del sitio, diseño, construcción, operación, monitoreo, clausura y obras complementarias de un sitio de disposición final de residuos sólidos urbanos y de manejo especial). Desafortunadamente pocas ciudades de nuestro país la cumplen cabalmente. Sabemos que existen más de 1,500 tiraderos a cielo abierto, que diariamente están generando graves daños e impactos ambientales al suelo, al subsuelo, a los acuíferos superficiales, a cuerpos de agua, generando contaminación organoléptica que afecta la salud de decenas de miles de mexicanos. Actualmente puedo asegurar que estamos tirando a cielo abierto más 28 millones de toneladas anuales de residuos sólidos urbanos y otras 25 millones de toneladas anuales se encuentran en sitios controlados que no cumplen con la norma referida.
Para cumplir nuestros compromisos ofrecidos en el Acuerdo de Paris-de reducir aproximadamente 14 millones de toneladas equivalentes de CO2 al año hacia el 2030-. Debemos realizar una gestión moderna los de los residuos sólidos urbanos que nos permita dejar de emitir al aire ambiente el biogás que generan estos sitios que contiene CO2 y metano, ambos gases de efecto invernadero que calientan el planeta.
El modelo de gestión de enviar los residuos sólidos urbanos mezclados a enterrar en un “relleno sanitario”, simplemente es equivocado. Los residuos orgánicos e inorgánicos que generamos en nuestros hogares son recursos naturales que ya tuvieron en su producción y fabricación impactos ambientales como generación de gases de efecto invernadero, además del consumo de agua y energía. Esta mala costumbre es opuesta a las metas del Programa Nacional para la Prevención y Gestión Integral de los Residuos (2009-2012), emitido por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, que contiene 13 principios de política entre los que se encuentran dos principios fundamentales que son el manejo seguro y ambientalmente adecuado, y su aprovechamiento y valorización. México está rezagado unos 30 años en comparación con lo que se practica en Europa, Asia y Norteamérica.
Por eso la decisión del gobierno de la ciudad de México, encabezado por Miguel Ángel Mancera, es trascendental. Se dejarán de enviar 8,677 toneladas diarias de residuos sólidos urbanos (de las 13,500 tons/día que se recolectan en la megaurbe) a enterrar en la Cañada y el Milagro, sitios de disposición final privados ubicados en el Estado de México y otro en el Estado de Morelos. A estos residuos se les dará un mejor destino final para su aprovechamiento energético, me refiero a los de residuos inorgánicos no reciclables mediante el uso de la tecnología denominada Termovalorización para generar energía eléctrica suficiente para mover las doce líneas del Sistema Colectivo de Transporte Metro.
Las plantas de termovalorización son prácticamente plantas termoeléctricas que en lugar de quemar combustibles fósiles aprovechan el poder calorífico de los residuos mediante una combustión controlada (en un sistema cerrado) en donde las emisiones se tratan químicamente. La eliminación de óxidos de nitrógeno (NOx) se realiza mediante su reacción con agua amoniacal al 24 % de concentración, lo que genera nitrógeno molecular y vapor de agua. También se lleva a cabo una depuración de gases en seco mediante la neutralización de ácidos (HCL,HF y SO2) con Cal (CaOH) y la adsorción de metales pesados y dioxinas y furanos sobre carbón activado. Se utilizan filtros de mangas para la separación de sólidos del gas de combustión, eliminando los productos de las reacciones y partículas suspendidas. Las cenizas que son captadas en los filtros de mangas y las escorias que se generan en el proceso, serán manejadas de acuerdo a nuestra normatividad ambiental vigente.
La temperatura de combustión superior a los 850 grados Celsius por más de 2 segundos, evita la formación de dioxinas y furanos. La caldera utiliza este calor para evaporar agua y el vapor a su vez se utiliza para mover una turbina y generar energía eléctrica. Posteriormente es enfriado mediante una condensación por aire y permite que se recicle el agua. Estas plantas cuentan con un sistema de medición continua de emisiones por línea y miden en tiempo real la concentración de los componentes de los gases de combustión (partículas, H2O, O2, CO, HCl, SO2, NOx, CO2, NH3) en cada chimenea. Incluyen sistemas de procesamiento de datos que pueden ser transmitidos “on line” y de forma transparente para la autoridad ambiental y público en general. Las dioxinas, furanos y metales pesados son muestreados periódicamente de acuerdo a la norma europea IED 2010/75 y operan bajo sistemas que cumplen con los estándares de calidad más avanzados del mundo: EN-14181.
Esta tecnología es ampliamente utilizada en Japón, con 1210 plantas, Alemania con 99 plantas, Francia con 126 plantas, resto de Europa y Rusia con 276 plantas, China con 225 plantas, resto de Asia con 62 plantas y Estados Unidos de Norteamérica donde operan 99 plantas de Termovalorización o Waste to Energy (WTE) valorizando 240 millones de toneladas anuales de residuos no reciclables para producir energía eléctrica.
No existe ningún estudio epidemiológico que relacione estas plantas con daños a la salud por las dioxinas y furanos, ya que son mínimas. Existen más dioxinas generadas por las fábricas de acero, plantas de energía, hornos de cemento, los vehículos diésel, autobuses, chimeneas en el hogar, hogueras, barbacoas, motores a reacción o incendios forestales. Estudios llevados a cabo por el Instituto de Medicina Preventiva de la Universidad de Lisboa, el Comité del Reino Unido de Cancerología, el Consejo Asesor Científico de la Asociación Médica Federal de Alemania, el Instituto de Energía de Heidelberg Environmental Research (IFEU), the German Federal Ministry for the Environment, Nature Conservation and Nuclear Safety, the Fourth Report (20146) of the British Society of Ecological Medicine on the ‘Health Effects of Waste Incinerators’ y el PHE (Public Health England) reportan que los posibles impactos a la salud, son muy pequeños y no detectables.
El gobierno de la ciudad de México realizó una licitación pública y anunció su fallo el día 18 de abril del 2017 en favor del consorcio francés Veolia con su empresa subsidiaria Proactiva Medio Ambiente, S.A. de C.V. de un contrato cuya figura se denomina Proyecto de Prestación de Servicios a 33 años en donde la empresa francesa (de 160 años de edad y con ventas de más de 26,000 millones de euros en 2016, que opera actualmente 63 plantas de termovalorización en todo el mundo) se compromete a generar 965,000 megawatts/hora/año tratando 4,500 toneladas/día de residuos sólidos urbanos no reciclables en una planta cuyo costo oscilará en los 600 MDD y se instalará en terrenos federales en Bordo Poniente, una vez que cumpla con las autorizaciones correspondientes.
Es por eso que la separación de los residuos sólidos urbanos que nos ordena la norma NADF-024 (cuya nueva actualización tiene vigencia a partir del 8 de julio pasado) es fundamental para que en esta nueva visión y moderna gestión de los residuos sólidos urbanos, podamos no solo aprovechar el poder calorífico de los residuos no reciclables, sino que pronto el gobierno de la Ciudad de México licitará un contrato para el tratamiento de 2,000 tons/día de residuos orgánicos mediante la tecnología de biodigestión anaerobia, lo que nos permitirá generar también energía eléctrica con la quema del biogás.
Ahora sí podremos hablar de basura cero, no porque en el futuro dejaremos de generar residuos, sino porque con esta nueva gestión de separación de los residuos reciclables, residuos no reciclables y residuos orgánicos, además de separar los voluminosos como estufas , refrigeradores, colchones, muebles, etc.; podremos abandonar la equivocada costumbre de enterrarlos. De esta manera entraremos a lo que los europeos denominan “economía circular” que no es otra cosa que el reaprovechamiento de todos los residuos que generamos en casa. Los países que usan termovalorizacion incrementan su reciclaje.
La Ciudad de México con estas importantes acciones ayudará a nuestro país, no solo a cumplir los Acuerdos de Paris, sino también cumplirá con la Ley de Transición Energética que nos obliga a usar energías limpias en un 25 % en 2018, 30 % en 2020 y 35 % en 2025. Bienvenida la Termovalorización a la Ciudad de México que impulsa el Jefe de Gobierno Miguel Angel Mancera Espinoza y Jaime Slomianski Aguilar, City Manager de la nueva Agencia de Gestión Urbana.